30 sept 2010

Nunca se sabe...


No. Esta vez no…

Tienes razón. Odio las mentiras por encima de todas las cosas pero mi capacidad para olvidarlas cuando creo que el motivo es sincero no tiene límites.
Sin embargo… es la incertidumbre lo que me machaca. Es la pérdida de control ficticio lo que siempre me atormenta.


Supongo que en esto nos parecemos.

Hoy me vuelvo a sentar, siempre a la espera. Siempre… hay algo que no llega.
Hoy vuelvo a escribir. Para ti. Para mi. Quizá, de alguna manera, así me escuches. Se que puedes hacerlo aunque no quieras.
Hoy enmarco estas letras. Te lo debo. Me lo debo. Intentaré explicar por qué esto que siento.


Me llamo Laura. El origen de mi nombre es el latín, de historias y héroes… de mitos y reyes. Nombre femenino del laurel o triunfo. Victoriosa. Me expreso por medio de la perseverancia. De ahí mi, a veces, estúpida lucha por conseguir mis sueños. Soy extremadamente emotiva pues no se de límites. Me escondo bajo una racionalidad excesiva porque estoy cansada de las decepciones. Amo las innovaciones y la realización del potencial de la persona. Me caracterizo por ser muy exigente y adoro enamorarme del misterio. Soy muy consecuente y cuando estoy segura de algo… simplemente lo estoy. Siento que todas éstas, mis virtudes, son también mis mayores defectos.

Se como te llamas. El origen de tu nombre es germánico, de cuentos y guerreros… Nombre masculino del inteligente y atrevido. Osado. Te expresas por medio de la perseverancia. De ahí tu, casi siempre, inconstante lucha por conseguir tus sueños. Vamos! Se que también estás lleno de emociones… se que cuando apuestas, te la juegas. Ardiente, dinámico… no te cabe el corazón. Haces de la idealización una realización. Te escondes bajo una sobriedad solemne porque estás cansado de las decepciones. Eres mente de pensamiento desbordado que eleva las ideas. Sientes fuego por descubrir lo oculto y tu intuición te lleva a enamorarte del potencial oculto de las cosas. Amas lo limpio, lo luminoso… lo sincero e inteligente. Sientes que todas éstas, tus virtudes, son tambien tus mayores defectos.

Solo son nombres…
En el fondo, ahora mismo, tan solo somos un par de idiotas en medio de una batalla de poder que no tiene sentido. En este momento nuestras virtudes son nuestros mayores defectos. Tan cerca… y tan lejos.


La verdad es que te quiero conocer porque siento que te conozco. Me veo en ti. Te veo en mi.
Si! Es de risa…

Quizá, juntos, podríamos vencer el miedo.

La explicación es sencilla… Pero ninguno de los dos creemos que esto puede ser cierto. Ya no más normas. Esto… no responde a criterios.

No hagas más las cosas dificiles. No alargues la espera. Este es mi momento. Es tu momento. Por qué no rendirnos por una vez? Estoy cansada de luchar. Déjame alcanzar mis sueños. Acompáñame… te prometo que te cuidaré. Mi fe es frágil, pero mi creencia en ti derrumba todos mis miedos.

No desaparezcas.

No. Esta vez no...


14 sept 2010

ARMAGEDDON


Armageddon es un término bíblico que sólo aparece en una ocasión en los más de 7000 versículos de la Biblia, en Revelación o Apocalipsis capítulo 16, versículo 16. De ahí que también se use como sinónimo de Apocalipsis, o desastre fatal y terrible. Se refiere generalmente, al fin del mundo o al fin del tiempo, mediante catástrofes en varias religiones y culturas.


Existen predicciones en la tradición Gaudiya Vaishnava respaldadas por predicciones en el Bhavisya Purana de una batalla tipo "Armagedón" que se llevará a cabo en un futuro cercano.

Algunos estimaban que esto ocurriría en el año 2006.

Pero la naturaleza de esta batalla es notable, en que, es básicamente una batalla interna basada en el miedo (bhaya), y no una guerra mundial de alcances nucleares.

Los enemigos internos reales en esta batalla están identificados: lujuria, ira, avaricia, orgullo, ilusión, envidia.

Estos están acompañados por dos enemigos externos: hambre y sed.

El arma para derrotar los seis enemigos internos (astra) se revela como los

nombres sagrados de Dios que son entonados en un rezo.

Aquellos que no se refugien en los nombres sagrados de Dios en estos tiempos críticos

serán ignorados y por lo tanto serán destruidos por estos enemigos.

Este es el día del juicio final.

Aquellos que se resguarden en el señor al llamarlo por sus nombres serán liberados

y les será concedido el amor puro de Dios,

y ellos heredaran la tierra.




Estoy en el medio de mi particular Armageddon
Revelación o Apocalisis
El fin del tiempo... y
Sentido como una catástrofe

Estoy ante un futuro cercano

Conformo uno de los dos bandos de la batalla
Apocalipsis o Revelación
Una batalla interna basada en el miedo
El Juicio Final... y
Sentido como una pérdida

Y si pronunciara tu nombre?
Heredaría la Tierra?

HOY NO HAY PALABRAS
PERO SIEMPRE HAY LETRAS
Y ÉSTA QUE SIGUE
RESUME MI BATALLA

6 sept 2010

Lluvia



El mundo es un lugar realmente grande...

Puedo observarlo desde la mirilla de mi puerta. Y hoy tengo la llave para abrirla y empezar a caminar tenga o no una dirección previamente establecida.

Eran poco más que las seis de la tarde. Llevaba todo el día haciendo Sol pero yo sabía que al final del día terminaría por llover.

El día había trancurrido como cualquier día corriente y moliente. Nada especial. Todo tenía el mismo olor fétido que había estado oliendo los últimos días. Nada tenía un sabor particularmente diferente. Todo me resultaba extremadamente monótono.
Aún hoy, cuando intento repasar cada momento previo a la lluvia, las imágenes se entremezclan y no puedo atribuir cuál fué su significado entonces. Las gotas de agua ya no caen con la misma inclinación que lo hacían.

Alguna fuerza incomprensible me llevaba a pensar que todo iba a cambiar en el momento menos pensado.

En mi casa hay un cuarto al que llamo "desastre". Hasta que cambié de armario su marco estuvo cosido con retazos de lamentos de lo que podía haber sido.

Su ventana guardaba mil y una fotografías de otros tiempos. Tiempos que había ido levantando uno a uno hasta desprenderme de cualquier carga del pasado... hasta convertir la carga en la maleta de mis conocimientos.

Así es la vida... Un potencial que se mece entre las pérdidas y las ganancias. Una continua lucha de poder en la que no quieres ser vencido.

Llevaba puesto un short estilo "muy americano", una camiseta vieja "de hacer deporte" y unos calentadores a rayas que me llegaban casi a la altura de la rodilla.

Llevaba puesto un conjunto de lamento y aburrimiento ornamentado con sueños que eran viento. Sueños que volaban alto esperando el momento.

Recuerdo que todo se encontraba especialmente desordenado. La ropa del fin de semana pasado estaba tirada por el suelo. También un pijama y ropa interior que tenía que echar a lavar. Era un caos molesto y agotador que me estaba quitando la vida pero que yo permitía.

En este mi "desastre", sobre la ventana de aquel entonces mi "armario", yacían apoyadas mis ruedas. Habían corrido largos kilometros durante los últimos días.

Mi prisa vital estaba intentando ser contenida.

Abrí la mirilla, el ascensor no funcionaba (menudo día!), bajé escaleras abajo precipitando una caída. Calcé mis patines. Los rodamientos podían aguantar un último viaje.

Instalé en mis orejas los auriculares de mi iPhone. Tenía que sincronizar una emisora que me dejara llevar como por inercia.

Puse la música a todo volúmen y abrí la última puerta.

Ya nunca nada me iba a hacer sentir como si viviera en un barco a la deriva.

Mi pelo era aire. Mis ojos, luz. Mis pies levitaban sobre un océano de fuego. Mis manos flotaban en un eterno mar en calma. Mi alma latía y mi corazón soñaba.

Me encontraba en un punto muy lejano al bullicio. Libre... expansiva... fluída.

Eran poco más de las ocho de la tarde. Sin embargo, algo me decía que ya no tenía prisa. Mi ansiado Sol caía y dejaba paso a la Luna que ya no quería seguir dormida. Los túneles se habían agotado y llegaban a su término en un banco de madera roída. Me senté en él. Estaba exhausta tras tanta huída. Mi luz se mantuvo observando como se agotaba, finalmente, el día.

Su presencia sonó a tambores. Ritmos de países lejanos y de paisajes cercanos. Su voz me desgarró como la primera y única vez que había querido oirla.

Su boca sabía a sal. Sabía a mar... Mi, seguro, mar en calma con muchas precipitaciones.

Y supe que, al fin, llovía.