4 abr 2011

El Azul no es un color


La vida es un instante que se inhala casi sin darnos cuenta. Se va soltando poco a poco al principio, y un día… uno como cualquier otro… no hemos tenido tiempo para valorar qué hemos hecho con ella.

Me pregunto qué sentiría al burlar las horas y suspenderme en los días. Si todos los relojes del mundo se quedasen durmiendo sin energía, qué pasaría…

No hace mucho, cuando corría, alguien me dijo que si hay preguntas… siempre ha de haber respuestas.

Cuando pienso en el tiempo, abro el álbum de fotografías que guardo en alguna parte de mi cerebro. Localizo una imagen en escala de grises y la ubico cronológicamente. Las líneas me llevan a un contorno y éste evoca un abanico de sentimientos. No es un proceso sencillo y conlleva un elevado gasto energético. Cuando me pongo a observar la imagen estoy tan cansada que se me ha ido “el santo al cielo”.

Recuerdos y preguntas… preguntas y recuerdos...

¿Acaso la vida no es lo suficientemente corta como para perdernos continuamente en ellos?

¿Es necesario quedarse sin aire y exhalar para sentirse ahogar con una soga al cuello?

Debo ser afortunada porque he conseguido hacer una pausa y emocionarme observando cómo levita mi cuerpo.

Si esta ingravidez resultara ser mi último aliento, este instante así… sería perfecto.

Siempre se puede pedir más, pero no tiene sentido anhelar si no quieres hacerlo.

Hoy el Sol atraviesa la Lluvia, y sobre el Mar, yo veo el Océano. Desde el Océano… diviso el Cielo. Y aunque nunca llegue a tocarlo, creerme, para mí es suficiente poder verlo.

Un instante cambia una vida, porque absorbe de golpe todo su tiempo…


 

12 ene 2011

Riega el jardín de tu camino con tus defectos


Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón. Pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir". El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa, quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino". Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino; pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen de tu lado del camino?...
Siempre he sabido de tus grietas, y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas, y todos los días las has regado, y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. "Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza"
Todos tenemos nuestras propias grietas.
Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados...